¿Quieres hacer prácticas? Págate un curso
Hace varios meses me llamaron para una entrevista. El sitio,
una consultoría de recursos humanos, perteneciente a PageGroup. El puesto era
de becario, por lo que imaginé que me ofrecerían un lamentable convenio de
prácticas, es decir, treinta o cuarenta horas de trabajo semanal remuneradas
simbólicamente con los típicos “90€ para el transporte”, o directamente no
retribuidas. Ya se me había acabado el
plazo para firmar convenio de prácticas por lo que mi idea era acudir a la
entrevista, esperar a que me preguntasen si contaba con un centro de estudios
para firmar el convenio y contestar que no era posible. Llegado el momento, el
chico que me entrevistaba me dijo que no tenía por qué haber ningún problema: “nosotros
podemos arreglar eso”. Salí de allí extrañado, sin saber a qué se refería aquel
muchacho encorbatado: si a que estaban de acuerdo en hacer el contrato en
prácticas o si a que tenían un plan C, un as de corazones con el que surfear la
legislación.
En poco tiempo empecé a entender. Me llamaron de otra
empresa: les gustaba mi perfil. Me ofrecieron un puesto de becario cobrando un
tercio del sueldo de un trabajador normal pero trabajando las mismas horas y sin
derecho a vacaciones, porque los convenios de prácticas no contemplan ese
punto. Cuando les volví a contar que no podría firmar ningún convenio de
prácticas, me hablaron por primera vez de la Escuela de Empresa, “una de las 10
Escuelas de Negocios referentes a la Formación “on line” y “a distancia” en
España”. El hombre que me entrevistaba me dijo que solo tenía que
apuntarme a un curso de Escuela de empresa que
costase al menos 295€. Quise verlo como una inversión: “me dejo 300
euros pero luego podré cobrar 500 euros cada mes”. Firmé.
Cuando pude tener acceso a la plataforma del curso, me
sorprendió la escasez de contenidos. Dejé pasar un tiempo, para que los
materiales se actualizasen y pudiera formarme al menos un poco. Pero todo siguió igual: lo único que ofrecía
la plataforma virtual eran varios archivos en PDF, el más voluminoso de 230
páginas. Hice el cálculo: Si por 300 euros tengo acceso a 230 páginas, cada una
de ellas me sale por 1,30€. Entré en la web y leí: “Una de las finalidades de Escuela de Empresa es la inserción laboral de sus alumnos.”
A destacar sobre todo la velocidad de la inserción: un día te matriculas y a la
semana siguiente ya tienes trabajo. Un icono en la parte baja de la página web
indica: “Más de mil convenios firmados”. Parece una gran labor social. Acudo
finalmente al listado de empresas colaboradoras. Están todas, absolutamente
todas, y uno siente que está ante un negocio bien estructurado.
Veo que está incluso el Ministerio de Ciencia e Innovación,
y no deja de parecerme curiosa la idea de que exista un contrato de trabajo
normal, con el clásico escudo de España en la parte superior izquierda, y que,
luego, para los becarios, ese contrato desaparezca y lo que tengamos que firmar
sea un inquietante documento, donde en lugar del escudo del país aparece el
logo de Escuela de empresa. Un documento en el que solo figuran los datos
personales, fechas, jornada y retribución. Ni la menor alusión a derecho o
convenio alguno. La paradoja, chistosa y ruin, de estar cotizando para la
pensión pero no para la prestación por desempleo. La realidad, nada cordial, de
trabajar como un trabajador más y cobrando una tercera parte de lo que cobra mi
compañero, el que sí ha firmado el contrato de trabajo con el escudo de España
en la parte superior izquierda. Escuela de empresa, ya ves tú.